Con nuestras limitaciones humanas, nos resulta realmente difícil aceptar el perdón sin límites. Sólo cuando seguimos buscando a Jesús, es cuando aprendemos a confiar más y experimentamos eso que podemos llamar: el amor y el perdón de Dios. Cuando le amamos, le obedeceremos, pero aunque estamos creciendo en amor y en confianza y en compañerismo con él, muchas veces nos separamos de él. Es entonces cuando caemos y pecamos, y necesitamos de nuevo acudir a él para arrepentimos, hasta siete veces en un solo día.
De modo que el cristiano en desarrollo puede descubrir que tiene pecados conocidos
en su vida y al mismo tiempo sostiene una relación continua con Jesús.
Los discípulos tenían una relación con Dios y al mismo tiempo seguían
cometiendo pecados conocidos en sus vidas. Aunque es posible tener una relación con Dios y pecar al mismo tiempo, tarde o temprano una de las dos desaparece.
Judas era el más inteligente de los discípulos. Era de los que pensaba rápido. Y
Recibió el mensaje. Comprendía el principio de que tarde o temprano, o se terminaba el
pecado o se terminaba la relación con Jesús. Sin embargo dijo: “No quiero que mi pecado se termine”. Abandonó la relación con Jesús por seguir el pecado.
Nosotros debemos escoger entre una vida de pecado o una vida de relación con Jesús, es bien importante que si es cierto que somos transformados por medio de una relación continua con Cristo, esto nos revela el secreto de la obediencia. Somos transformados por gracia, por nuestra continua relación con él, no por nuestras propias luchas, resoluciones, y esfuerzos por combatir el pecado y al demonio.
Es decir que no la lucha, la tribulación que estés pasando si no como te agras de dios para sobre pasar esa prueba, porque el camino a la vida eterna no es fácil Dios es amor pero entre mas tu busques de él, mas pruebas encontraras en él; camino es de tu parte continuar una relación con Jesús para obtener el regalo de Dios que es la vida eterna.